La PAH es la oposición.

He leído hace poco «En defensa de la intolerancia», de Slavoj Žižek, y mientras lo hacía pergeñé un posible paralelismo español de lo expuesto por el esloveno.

Según la tesis del libro, el momento realmente político surge cuando los excluidos de un orden social preconstituido, o los que no aceptan la subordinación que les depara dicho orden, se rebelan y exigen ser reconocidos como interlocutores legítimos frente al poder; formar parte de la esfera pública en pie de igualdad con la oligarquía dominante, postulándose como portavoces de la sociedad en su conjunto:

[n]osotros, la ‘nada’ que no cuenta en el orden social, somos el pueblo y Todos juntos nos oponemos a aquellos que sólo defienden sus propios intereses y privilegios.

Las peticiones explícitas no son lo más importante, en definitiva, sino esa irrupción de la política real en el orden policial. Partiendo de su singularidad, los excluidos constituyen la verdadera universalidad desajustando el orden establecido, bien parapolítico: se acepta la confrontación política pero sólo entre actores autorizados en un sistema representativo, reprimiendo el acto político real; bien pospolítico posmoderno: directamente se excluye el acto político, cambiando el conflicto ideológico por la colaboración entre los tecnócratas ilustrados y los progresistas multiculturalistas. (Ambos casos tienen mucho en común con la posdemocracia de la que hablaron hace unas semanas Henry Farrell y Charlie Stross).

Volviendo a España, desde muy pronto creí ver en la PAH el potencial para aglutinar la oposición al sistema del modo descrito por el esloveno: la reivindicación singular de la plataforma no se limita a actuar en el contexto de las relaciones existentes, sino que trata de modificar el contexto que determina cómo funcionan las cosas, agitando la estructura jurídico-económica posdemocrática y subordinándola al diálogo social. La PAH trasciende su objetivo inicial repolitizando la economía, y se proyecta como esa universalidad de los excluidos.

Por eso es tan importante para el sistema criminalizar a la plataforma y censurar sus acciones, pretendiendo un regreso a la «normalidad» represivo-legal del orden policial. Y por eso es tan importante para nosotros apoyar y defender a la PAH, porque nos estaremos defendiendo a nosotros mismos.

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