No pienses en un elefante.

El libro, que en su versión original tiene una portada de lo más anodina, en España ha sido publicado con una bastante ingeniosa:
Dos manos abiertas destacan sobre un fondo totalmente negro, como las de un prestidigitador que se presentara ante un público expectante, antes de acometer algún abstruso truco de magia.

Y es que hay algo sino mágico, sí extrañamente certero en las elucubraciones meramente semióticas del lingüista norteamericano. Como el juego que propone el título, “No pienses en un elefante”: parece evidente, como asevera Lakoff, que la sola mención de la palabra elefante evoca automática y mentalmente el concepto y la propia imagen del paquidermo.

Sobre la base de tan asombroso –y quizá obvio- descubrimiento, se estudia y desarrolla como el lenguaje político es asimilado por la gente –estadounidenses, aunque no es difícil extrapolarlo a otros contextos-, como reaccionan a sus estímulos, a veces de manera subconsciente.
Lakoff centra toda su atención en como los conservadores usan el lenguaje –la comunicación- para propagar su moral, las más de las veces de manera perversa y falaz. En definitiva, describe el proceso de transformación –degeneración- del lenguaje, un medio de comunicación, en un efectivísimo medio de manipulación y alienación; y asimismo en la perfecta arma que blandir contra la oposición, en una cruenta guerra cultural encubierta.

Aunque es un texto que se orienta claramente hacia un espectro político determinado, y que acaso pretenda erigirse en manual de estilo de esa corriente, no dejan de extraerse conclusiones interesantes sobre la política y el estilo de vida yanqui.

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